El número creciente de preguntas sin respuesta, la gente confundida sin saber qué decirse unos a otros. Pero nosotros teníamos que decir algo, nos dijimos: ¡Documentémoslo! Haz las fotos que deberías haber hecho hace años, visita los lugares y habla con la gente antes de que sea demasiado tarde. Visitando esos lugares, mirando esos rostros, lo incierto parece más normal y lo conocido se muestra distante o incierto. Como si todos hubiésemos perdido algo, hemos perdido el tiempo. Aunque solo fuera por una fracción de segundo, para recuperar parte de su inmanente eternidad antes de desaparecer en un botellín de cerveza vacío, un callejón oscuro, una estación de servicio abandonada, en una butaca o una iglesia improvisada de hojalata, el tiempo pedía a gritos ser detenido. Mirando a la gente, es difícil descifrar si ha sido siempre así. A pesar de la creciente desilusión en sus ojos, algo les hace seguir a flote, haciendo las cosas lo mejor que saben o, inexplicablemente, simplemente manteniéndolos en marcha ‘hasta el final’.